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Jugando también se aprende 

 

Por: Violeta Díaz 

“En la región ha crecido la conciencia ambiental, la gente está más comprometida y los niños no dejan que tiren basura”, afirma Jorge Ospino, un abogado de 33 años  con acento barranquillero, que se reconoce en cualquier parte del país. Su vida gira en torno al medio ambiente, el mundo audiovisual y la familia, precisamente lo que la Fundación Ser Mejor se ha encargado de unir. 

 

Desde su creación en  el año 2008 por Luis Ospino,  padre de Jorge, en Barranquilla, ha sido un proyecto familiar y empresarial dedicado a crear programas que promueven la mejoría en la calidad de vida de las comunidades. La prevención de las drogas, la educación sexual y emocional han sido algunos de sus ejes más abordados, sin embargo, desde hace cinco años el cuidado y concientización de los problemas ambientales se han convertido en su mayor preocupación.

 

-Nos ha tocado priorizar el medio ambiente, no quiere decir que las drogas o el embarazo no sean importantes, pero si no lo atendemos no van a ser posible los otros porque la vida no será posible- comenta  un tono más serio de lo que se mostró en las dos horas de conversación. 

 

A través de los productos audiovisuales,  pedagogía y música, Luis, Laura, Liz y Jorge, han recorrido la región Caribe captando la atención y el entusiasmo de jóvenes y niños que se emocionan con cada concurso, juego, charla o canción; aunque en un principio  muchos por creerse “grandes”  no les gustaba mucho participar de sus actividades. “Cuando nosotros empezamos esto, a los pelaos ́ les daba como pena cantar una canción educativa, se sentían como bobos. Hoy los jóvenes se sienten más partícipes de la movilidad social… se sienten más líderes políticos”.

 

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Liz, directora de la fundación, apoyando a niños en las actividades. Cortesía: 
Instagram de Funsermejor. 
 
De cancioncitas o grandes proyectos 

 

Hace trece años don Luis, cansado de la falta de organización y decisión de la  fundación a la que pertenecía, decidió abrir la suya. Junto con sus tres hijos: Laura, Liz y Jorge, todos adolescentes, empezaron a crear juegos lúdicos y “cancioncitas”, como jocosamente las llama Jorge, pero sin tener los fondos necesarios para querer realizar todo lo que deseaban en su momento. 
 

-Al principio si tú nos vieras te da risa, íbamos y tocábamos en las puertas de las alcaldías, a los secretarios de salud o educación, no nos contrataban, pero nos ayudaban, nos daban algo simbólico- admite el señor Luis, su fundador.

 

-¿Y qué hacían ahí?

 

- Si te contara, nos poníamos a cantarles las cancioncitas de las drogas o de salud sexual [...] Total,  uno comenzaba por algo. O si nos contrataban, por ejemplo, nos íbamos con guitarra en mano a en estos buses de pueblo, pero fue una experiencia espectacular- dice con cierto tono de orgullo .

 

Con sumas de quinientos mil pesos o máximo un millón, empezaron a ser contratados por entes gubernamentales. Durante los primeros años, Jorge recuerda que fue difícil, pero “desde sus inicio, más que un proyecto económico, fue algo familiar y espiritual”.  Con el paso de los años fueron creando una mejor estructuración en sus proyectos y de esa forma cada vez la financiación y cobertura de sus proyectos ha sido mayor. 

 

En 2015 obtuvieron el reconocimiento como mejor programa con enfoque en comunicaciones para niños y adolescentes otorgado por la ONU y otras organizaciones con su programa “Saludable”. Fue un trabajo de gran esfuerzo entre los miembros de la fundación, aunque tenían muchas dudas sobre lo que podían lograr, pues su inexperiencia y corto tiempo en ese mercado los ponía en desventaja.  Cuando recibieron el premio lograron tener mayor visibilidad, sobre todo en la ciudad. 

 

-Ese fue nuestro verdadero salto. Cuando recibimos  el premio, éste nos permitió tener mayor visibilidad, sobre todo en la ciudad, la Gobernación del Atlántico como formuladores de proyectos, ahí fue cuando nos volvimos unos duros. 

 

El Manglar

 

-Tú les ponías la canción del Manglar. Los pelaos se emocionaban y eso era una recocha, eso me hace muy feliz- comenta Jorge, antes de levantarse para mandar a bajar la voz a unos s niños que juegan de fondo. 

-¿Y qué era el Manglar?

-Una idea para tratar de solucionar lo que han venido destruyendo en el municipio- e hizo el primer gesto de decepción que le vi en las dos horas que estuvimos hablando.

 

Los bosques de mangles son una de las tantas muestras de la diversidad de fauna y flora que tiene el Atlántico y por las que ha sido reconocida. Lenta pero sin pausa ha sido la tala de esta especie, un problema que se ha agravado, pero planes sin gran efectividad por parte de las autoridades locales  para contrarrestar este daño , pues aún es muy común que las personas invadan estos ecosistemas. Los intereses económicos han prevalecido sobre los medioambientales. 

 

El Manglar fue un proyecto que la fundación llevó a cabo en el departamento del Atlántico. A los jóvenes y niños se les inculcan la conservación de estos ecosistemas con actividades de siembra y adquisición de conocimientos. Mediante las actividades de limpieza y la creación de guardianes ambientales, las comunidades  han aprendido un poco de su  deber ser y responsabilidad con el medio ambiente. 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

El Man-glar, uno de sus personajes en el proyecto ecológico que lleva el mismo nombre. Cortesía: Instagram de Funsermejor

 
 
En lo que más destacan

 

 Luis pasó del derecho al diseño. Sin esperarlo sus prioridades cambiaron. Ahora ya casi no maneja contratos, ahora prefiere los bocetos, los storytelling y la música. “Empecé de forma empírica en una agencia de publicidad de mi papá y me gustó tanto que desde entonces no he dejado de hacerlo”. Desde el Manzano, su primer personaje animado hasta Iguama, uno de los últimos, ha aprendido mucho del diseño. Se burla de sí mismo por lo que hacía, “eran unos personajes feos, horribles, te lo voy a mostrar pa´que te rías”. 

 

Exhaustivamente empieza a buscar a el Manzano, en su su Macbook. Entre cientos de archivos logra encontrarlo y me lo muestra, riéndose, pero con orgullo de que hayan cambiado tanto.

 

-Estos son feos, eran mucho más agresivos. ¿Si los ves? Ahora no los encuentro todos, pero cuando los encuentre te los voy a mandar para que te rías. 

 

Y es que cada personaje, cada nombre e historia han potencializado el trabajo de Luis, Laura, Liz y Jorge. Su sello creativo para padre e hijo han sido el aspecto diferenciador de su organización. Pero ya no es Yor, como le dicen a Jorge, el único que se sienta frente al computador para pensar quienes serán los próximos protagonistas de sus historias, ahora tienes asistentes, diseñadores y creadores audiovisuales para cada proyecto que emprenden. 

 

La pandemia, uno de sus mejores momentos

 

Paradójicamente desde que empezó la pandemia sus contratos y actividades han aumentado. Por ahora no pueden hacer reciclatones, concursos o actividades en colegios o barrios, en medio de la incertidumbre a causa del covid 19, su misión ha sido transmitir lo que saben por medio de sus proyectos virtuales. A la par, trabajan con el BID en un proyecto ambicioso para que cada vez los procesos de aprendizaje sean virtuales. 

 

Cada proyecto ha sido una géneris , cada uno diferente al otro, pero con las alegrías y esfuerzos que cada uno tiene.  Por ahora se interesan cada vez más por ser  independientes en lo que respecta a la política, porque como comenta Jorge, “los políticos se cuelgan de rosario ajeno” o como su padre reafirma “trabajar con políticos es muy complejo”. 

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